Fiel a su decisión de restablecer el papel especial del metal en el diseño y la experimentación, De Castelli infunde ideas artesanales y mano de obra en los procesos industriales, dando lugar a resultados totalmente originales. El encuentro con el diseño inspira un acercamiento a los materiales basado en el respeto a su potencial, ya sea oculto u obvio, que emerge lentamente en una colección de piezas que, a pesar de ser parte

de una serie, siguen siendo únicas. Único no solo por la mano que los ha creado, sino también por la singular trayectoria cultural que apuesta por el valor estético (y no solo práctico) del material primordial con el que De Castelli da forma a los espacios de vida, llevando el hierro, el latón y el cobre, en sus infinitas variaciones y acabados, al centro de un escenario totalmente renovado, permitiéndoles brillar finalmente con luz propia.